Tus huérfanos
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Tus huérfanos

Mientras el mundo del fútbol sigue llorando a Diego Armando Maradona, nosotros decidimos homenajearlo con un texto diferente. (Foto: Alvarado oficial)

Por Christian D´Agnillo

Acróbata de desafíos inigualables ponés hoy en evidencia cierta torpeza y rusticidad para describirte en una batalla que siento y sentiré despareja. Destila dudas mi pluma y angustias mi alma, entre llantos y sonrisas empapadas por tus bendiciones. Intentarlo por mi gratitud con la misma impericia de aquel inoportuno humano quee recibió orden de controlarte en el verde césped, tu verdadera casa en este plano terrenal al que llegaste a préstamo.

Desde edad temprana, arrancaste sonrisas y promesas de convertirte en un artista con creces multiplicando malabares. De tus humildes orígenes de arrabal surgieron hermanos de la desfachatez, el temple y el carácter adicionales a tus dotes. Elegiste en tu modestia ser representante de algunos costados despojados, olvidados que en silenciosos gritos de esperanza pedían un mesías y supiste darles un lugar en ese cielo. Paradojas de la vida, fue un Patricio quien honró a la plebe al cederte la 10 albiceleste. 

Divertiste ridiculizando superioridades impostadas en prejuicios vanidosos, con tu desparpajo derribando gigantes que terminaron siendo adorno ante la huella de tu descaro. A tu ángel irreverente le agregaste la pasión y la intensidad siendo as donde tu humanidad paseara. Desde la tribuna más alta allá bien arriba las deidades te soplaban las jugadas. Algunos con estrellas, vos sin temor a exagerar con el mandato secreto, en tu humildad de la creación. 

Cruzaste todas las barreras surcando paraísos e infiernos recibiendo premios y honores de realeza, padeciendo castigos al contado y cargando cruces como pocos. Redentor de heridas y cicatrices sin cura, asumiste protagonismo también con tu verba impredecible defendiendo causas en ese mundo del deber ser que siempre pidió un embajador. Pagaste carísimo el juicio de los errores de tu autenticidad ante el despiadado tribunal sin memoria ni paladar de equidad cierta. Si hasta lavaste las culpas de tus detractores que descubrieron terapia al señalarte para apagar cada una de sus tantas faltas. Ni aún así pudieron empañarte ante nosotros tus amantes, no podrán jamás apagar ese fuego creciente que nos dejaste como legado. Mil banderas en millones de corazones. Supiste iluminar el camino desconociendo la palabra imposible que cayó rendida a tus pies, hasta ese lujo te diste. Fuiste de la nada a la gloria y así, siempre nos diste más. 

Acercándose la hora del pitazo final tu imagen no se desfiguró, por el contrario, encendió infinidad de sonrisas encarando y gambeteando la hora amarga cada vez que te volvamos a encontrar en un recuerdo, en un abrazo, en un nuevo grito de euforia.

La historia es cíclica y tu magia repitió un capítulo. Como en el portal de los 80, cuatro décadas después, volviste a ser el pase más caro de este mundo. Pero esta vez lo pagamos todos. Te pidieron del equipo celestial dejando en blanco nuestras páginas. Por lo menos hasta que aprendamos a estar a la altura de devolverte con palabras o con algún otro homenaje todo lo que supiste dar, como ningún otro lo supo. Eternas, inconmensurables e infinitas gracias, Rey DIEGO ARMANDO MARADONA.