LA CLAVE: El oportunismo de Independiente Rivadavia para alcanzar el empate parcial cuando moría la primera etapa. En la única que tuvo, Gamba facturó y, tras la vuelta de los vestuarios, el juego cambió: la visita se replegó a la espera del contragolpe y  el local perdió el ritmo arrollador que lo mantuvo como único protagonista del primer tiempo.

DEFENSA Y JUSTICIA: A puro vértigo e intensidad, logró ponerse en ventaja al minuto de juego. Mejor arranque imposible para hacer lo que mejor sabe hacer: recuperación rápida de pelota y contragolpear de forma letal para intentar ampliar la diferencia. Acevedo y Bustamante cumplieron un papel clave en la elaboración del juego, mientras que Camacho fue fundamental para profundizar los avances. En ningún momento bajó el ritmo, sino que generó mínimo seis chances clarísimas de gol que no supo concretar. Y en su única desatención abajo, la visita alcanzó el empate. En el complemento si bien se hizo dueño exclusivo del mediocampo le costó muchísimo penetrar la defensa rival y, tras quedar en desventaja por un tiro libre contrario perfectamente ejecutado, Lucero alcanzó la parda definitiva gracias a una gran habilitación de Camacho.
INDEPENDIENTE RIVADAVIA: Vapuleado en casi toda la primera etapa, no logró en ningún momento hacer pie en el medio y sufrió en demasía a espaldas de una línea de 3 totalmente desbordada. Sin embargo, su rival no estuvo fino en la definición y a pedir del histórico refrán (“los goles que no se hacen en un arco…”), Gamba marcó el empate parcial. Orden y resistencia fueron los pilares de la segunda parte, Federico Guerra y Tonetto se retrasaron para formar una línea de 5 inquebrantable para el local. De todas formas, el artífice principal del punto conseguido se llama Ezequiel Pérez: asistente en el gol del empate y autor de una exquisita definición de pelota parada en el 2-1 parcial.