Murió Grondona, se acabó el grondonismo
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Murió Grondona, se acabó el grondonismo

El presidente de la AFA dejó de existir este mediodía. Con él, se terminó un período de 35 años en el que a la hora de tomar decisiones fuertes, no existió otra voluntad que no fuera la de Julio Grondona.

Por Fernando Prieto  (@ferprietoeof)

Se murió Grondona, y con él se acabó el grondonismo. Ese grondonismo que duró 35 años y que, a pesar de las palabras, dejó una enorme cantidad de hechos que marcaron a fuego al fútbol argentino.

Las 171 muertes relacionadas al fútbol (y a una sociedad cada vez más violenta), los clubes quebrados, las sospechas de corrupción, el clientelismo, el despotismo para manejarse, la falta de proyectos a nivel selecciones nacionales, las prebendas para quienes más se acercaban a su sillón presidencial, el poder desmedido de las barras (avalado y fogoneado por la política), la imposibilidad de no levantar la mano cuando el resto lo hacían por temor a represalias, el autoritarismo, la soberbia, el famoso "AFA rica y clubes pobres", el descalabro institucional de muchos clubes con dirigentes responsables que luego eran premiados en la AFA, el pésimo momento que vive el Ascenso en la actualidad. Todo eso y mucho más será el recuerdo de estos 35 años de grondonismo en la AFA.

Que quede claro: Grondona no mató a nadie; no fundió clubes; no hizo descender equipos; no ganó campeonatos; no gastó más de lo que tenía para que X club terminara en la quiebra. Pero su perversa estructura de poder fue el escenario ideal para que todo esto sucediera. 

Por lo pronto, hoy el fútbol argentino atraviesa una profunda crisis. El subcampeonato en Brasil no debería tapar el bosque. Los clubes endeudados sin distinguir camiseta ni categoría, el paupérrimo nivel futbolístico que se ve sábado a sábado y domingo a domingo, la falta de proyectos eclipsados por el resultado a corto plazo, la pérdida de identidad del Ascenso con partidos jugados cualquier día y en cualquier horario, la abolición del público visitante, el despojo de los clubes más humildes, una AFA ideada para ser sostenida por el fútbol metropolitano en perjuicio de los clubes del Interior que no tienen voz ni voto, la unidad de criterio, por convicción u obligación, que impide el debate enriquecedor. 

Hoy resulta triste y hasta nostálgico recorrer las canchas del Ascenso. Lo que era una fiesta dejó de serlo. Los dirigentes de los clubes encontraron su motor en las oficinas de la AFA y no en el apoyo de sus socios, como debería ser. Y así, la AFA reluce y los clubes agonizan.

El mapa del fútbol argentino cambió. Seguirá Segura y luego se llamará a elecciones. Grondona no está más, y con él tampoco estará la eterna excusa de su personalismo. Llegó el momento de hacer del edificio de Viamonte un lugar mejor. Y de devorverle, después de 35 años de grondonismo, al fútbol argentino el prestigio que se merece.