LA CLAVE: Diferencia de concreción en el primer tiempo, que no fue bueno, pero donde Santamarina falló y el local, en la última jugada, logró la ventaja.

FERRO: Lejos de las ráfagas de brillo que lo llevaron a esta posición impensada a lo largo de gran parte del torneo, buscó el partido pero con imprecisión. Brian Fernández no pudo gravitar como lo hace y en la que tuvo, remató cruzado desviado. Como a Molina no le llegaba la pelota y los extremos tampoco convencían, Fattori tuvo que hacerse cargo del equipo por momentos. Encontró el tanto de la apertura tras una pelota parada que bajó Sills y empujó Grana, floja salida de Avellaneda mediante. Fue vital, porque si se iba al descanso cero a cero, la obligación podía jugarle en contra. En la segunda parte tampoco brilló, y encima Gabriel Díaz tuvo que voltear a Saporiti que se le iba solo a un mano mano clarísimo. Bien expulsado y a remar lo que quedaba diez contra once. Lejos estuvo Santamarina de aprovecharlo, y por el contrario, a Ferro le anularon mal un gol por un offside inexistente, y con la entrada de Rivero, una patriada del ex Flandria y Alvarado terminó en penal (dudoso dónde fue la falta), por el cual Gómez extendió las cifras. Así terminó desahogado un partido que lejos estuvo de ser el trámite que se pensaba. Pero importan los tres puntos, y Oeste los embolsó para que la ilusión siga viva.

SANTAMARINA: Obviamente, llegaba de partenaire. En estas épocas donde todo está bajo la lupa, en defensa del equipo serrano vale decir que mostró la misma imagen de todo el torneo, es decir un equipo que peca de liviano. Mariano González estuvo más impreciso que de costumbre (sostendría un poco al equipo en el segundo tiempo), así que lo del Aurinegro dependía de las pinceladas de Michel por el borde del área, el orden de Pierce y no equivocarse feo en la línea de cinco del fondo. Casi se pone en ventaja (Díaz lo tapó justo a Saporiti y Michel remató desviado en las dos ocasiones que dispuso), y cuando se iba llevando lo que quería al descanso, su valla cayó. En el segundo tiempo no tuvo argumentos. Pareció haber hecho el gasto antes y, como dijimos, mostró bastante tibieza. Nada que no se haya visto hasta 32 fechas atrás. Por algo va a terminar o último o penúltimo.