Luego del porrazo de la frustración en el torneo corto, Tigre puso manos a la obra, con Diego Martínez ratificado en su cargo, para intentar pelear este campeonato palmo a palmo. Y realmente fue un equipo que estuvo a la altura de las expectativas y que apareció en los dos momentos cúlmines: Al comienzo, para empezar a cortarse en su zona, porque tras la derrota inicial ante Belgrano hilvanó muchísimos partidos sin perder y hasta sin goles en contra; y tras una etapa media del campeonato que hasta podríamos calificar como tumultuosa (perdió puntos insólitos y hasta se dudó que siguiera Diego Martínez), supo meter el sprint final. Tenía partidos muy complicados, dos desde lo sentimental aunque eran los dos peores equipos del campeonato (Chicago y Chacarita), y dos por lo posicional (Almirante y San Martín). A los dos venció, ganó la zona después de haber estado hasta rozando ni clasificar a Reducido. De yapa, en Copa Argentina pasó varias fases hasta caer en cuartos ante Godoy Cruz, lo que quizás lo ayudó a re enfocarse en la meta final.