Primera B Tristán Suárez Villa Dálmine
Bicho de país
Javier Rossi fue clave para que Villa Dálmine dejara de ser un bicho de ciudad (Campana) para llegar por segunda vez en su historia a la B Nacional. Gracias a un 2-0 histórico, superó a Tristán Suárez y logró un nuevo ascenso, tras haber conseguido el de la C a la B Metro en el 2012. (Foto: Mariano Fededa)
Por German Balcarce (@germanbalcarce)
LA CLAVE: El "Bicho" Rossi apareció cuando el Viola más lo necesitaba. Primero, para obtener la ventaja en el momento menos esperado y luego con el propósito de tener la pelota e intentar que la diferencia se estirara. Sin embargo, hubo una gran tarea en conjunto en la victoria sobre un equipo de Ricardo Caruso Lombardi que aceleró demasiado tarde y dio facilidades en la zona del marcador central Ezequiel Vicente.
VILLA DÁLMINE 2: Carlos Kletnicki (7); Juan Ignacio Celaya (6), Matías Valdez (8), Rubén Zamponi (7), Jorge Demaio (6); Horacio Falcón (6); Renso Pérez, (6), Mauro Frattini (6)(55' Diego Grecco 6), Diego Núñez (6)(81' Juan Ferreira A); Javier Rossi (8) y Ezequiel Cérica (6)(A)(64' Esteban Pereyra). DT: Sergio Rondina. Suplentes: Pedro Fernández, Carlos Fernández, Gabriel Sanabria y Nicolás Steffanelli
LA CLAVE: El "Bicho" Rossi apareció cuando el Viola más lo necesitaba. Primero, para obtener la ventaja en el momento menos esperado y luego con el propósito de tener la pelota e intentar que la diferencia se estirara. Sin embargo, hubo una gran tarea en conjunto en la victoria sobre un equipo de Ricardo Caruso Lombardi que aceleró demasiado tarde y dio facilidades en la zona del marcador central Ezequiel Vicente.
QUE HICIERON
TRISTÁN SUÁREZ: El desarrollo del primer tiempo le resultaba cómodo. Más allá de ser local y tener que aprovecharlo, un trámite peleado, lejos de los arcos y sin riesgo lo ponía cerca del objetivo. Pero el 0-1 derrumbó esa comodidad. La reacción siempre se vio fuera de término. Ocurrió tanto en el cierre de la etapa inicial como con el marcador dos goles abajo. El DT apostó con modificaciones ofensivas, aunque el rendimiento en el campo dejó mucho que desear. Pese a que Facundo Diz se mostró siempre, careció de socios. Gastón Bottino y el ingresado Mathías Saavedra tan sólo aportaron de manera intermitente, mientras que el resto fue nulo en ataque. Como si fuera poco, la desesperación aumentó a medida que el tiempo se acababa, concediendo muchas ventajas. La agonía se dilató, posibilitando que hubiera una chance inmejorable en el descuento. Falló. Y fue tarde para que otra posibilidad le permitiera forzar la definición por penales. Otra oportunidad desperdiciada para el Lechero, que había estado cerca en 1997 y 2004.
VILLA DÁLMINE: Coronó el sueño impensado hasta hace unos años. Luego de una larga estadía en la C, llegó a la B Metropolitana y, tras salvarse del descenso, fue protagonista para meterse de colado en la pelea por subir a la B Nacional. Con humildad, esfuerzo y varios picos futbolísticos, tocó su techo en la tarde más importante. Preparado para combatir en cada centímetro del terreno, supo cómo lastimar. Un centro muy preciso de Mauro Frattini halló la cabeza de Rossi, que se las ingenió para quedar solo en el sector de Vicente. Fue un gol de la nada misma, debido a que hasta ese entonces la lucha reinaba junto con las imprecisiones. Otro error del mencionado zaguero sirvió para ampliar la distancia al principio del complemento. Es que salió jugando, perdió el balón y dejó un hueco para que Ezequiel Cérica sacara un derechazo desde afuera. En base a orden, sacrificio y un desempeño espectacular tanto de Carlos Kletnicki -inexpugnable en los centros- como de los centrales Matías Valdez y Rubén Zamponi, el Viola estuvo sólido atrás. Además, Rossi supo inquietar adelante, sobre todo porque le dejó varias situaciones servidas en bandeja a sus compañeros e incluso reventó el travesaño a través de un tiro de media distancia. El elenco de Campana podría haber pagado cara su ineficacia, pero el planteo de Sergio Rondina reunió méritos para que otro tanto no resultara indispensable. Así, lejos de tener nombres resonantes ni una historia con pasado en Primera, Dálmine sorprendió a propios y extraños. Dejó ser un bicho de ciudad para transformarse en uno de alcance nacional. ¡Salud!
TRISTÁN SUÁREZ: El desarrollo del primer tiempo le resultaba cómodo. Más allá de ser local y tener que aprovecharlo, un trámite peleado, lejos de los arcos y sin riesgo lo ponía cerca del objetivo. Pero el 0-1 derrumbó esa comodidad. La reacción siempre se vio fuera de término. Ocurrió tanto en el cierre de la etapa inicial como con el marcador dos goles abajo. El DT apostó con modificaciones ofensivas, aunque el rendimiento en el campo dejó mucho que desear. Pese a que Facundo Diz se mostró siempre, careció de socios. Gastón Bottino y el ingresado Mathías Saavedra tan sólo aportaron de manera intermitente, mientras que el resto fue nulo en ataque. Como si fuera poco, la desesperación aumentó a medida que el tiempo se acababa, concediendo muchas ventajas. La agonía se dilató, posibilitando que hubiera una chance inmejorable en el descuento. Falló. Y fue tarde para que otra posibilidad le permitiera forzar la definición por penales. Otra oportunidad desperdiciada para el Lechero, que había estado cerca en 1997 y 2004.
VILLA DÁLMINE: Coronó el sueño impensado hasta hace unos años. Luego de una larga estadía en la C, llegó a la B Metropolitana y, tras salvarse del descenso, fue protagonista para meterse de colado en la pelea por subir a la B Nacional. Con humildad, esfuerzo y varios picos futbolísticos, tocó su techo en la tarde más importante. Preparado para combatir en cada centímetro del terreno, supo cómo lastimar. Un centro muy preciso de Mauro Frattini halló la cabeza de Rossi, que se las ingenió para quedar solo en el sector de Vicente. Fue un gol de la nada misma, debido a que hasta ese entonces la lucha reinaba junto con las imprecisiones. Otro error del mencionado zaguero sirvió para ampliar la distancia al principio del complemento. Es que salió jugando, perdió el balón y dejó un hueco para que Ezequiel Cérica sacara un derechazo desde afuera. En base a orden, sacrificio y un desempeño espectacular tanto de Carlos Kletnicki -inexpugnable en los centros- como de los centrales Matías Valdez y Rubén Zamponi, el Viola estuvo sólido atrás. Además, Rossi supo inquietar adelante, sobre todo porque le dejó varias situaciones servidas en bandeja a sus compañeros e incluso reventó el travesaño a través de un tiro de media distancia. El elenco de Campana podría haber pagado cara su ineficacia, pero el planteo de Sergio Rondina reunió méritos para que otro tanto no resultara indispensable. Así, lejos de tener nombres resonantes ni una historia con pasado en Primera, Dálmine sorprendió a propios y extraños. Dejó ser un bicho de ciudad para transformarse en uno de alcance nacional. ¡Salud!
EL PANTALLAZO
Unas 14.000 almas coparon casi todos los sectores del estadio 20 de Octubre, excepto el más inmediato a la tribuna tubular donde se ubicaron los 50 allegados de Villa Dálmine. Hubo gente hasta en los alambrados y barandas. El colorido estuvo compuesto por decenas y decenas de banderas de palo, así como 60 comunes. Al compás de bombos y redoblantes, el aliento se hizo sentir a falta de 40 minutos para que empezara el partido, a través de “el que no salta es Temperley” y un augurio que no se cumplió: “Suárez se va de la B (2) / Se va porque tiene huevos y le sobra hinchada para no volver”. La bienvenida al Lechero fue espectacular, mediante un sinfín de papelitos y varias bengalas de humo, además de pirotecnia detonada fuera de la cancha. El primer hit del encuentro fue “vamos, vamos los lecheros, que esta tarde tenemos que ganar”. A los 16' fue desplegado por única vez el telón mientras la canción de turno era “no tengo un mango y voy igual, de visitante y de local”. La apertura del marcador caudó un golpe, pero no detuvo el respaldo: "Oh, vamos, Suárez, vamos / Ponga huevo, que ganamos". En el entretiempo, la voz del estadio solicitó el aplauso para varios ex-Tristán Suárez presentes, entre ellos el goleador Raúl Wensel y César "Patán" Aquino. Una vez reanudado el partido, el segundo tanto provocó un silencio, salvo para la barra: "A estos pu... les tenemos que ganar". El apoyo apareció unos minutos después, en medio de un nerviosismo que creció, agresión incluida con botellas arrojadas desde diferentes ubicaciones. Si bien hubo aplausos para reconocer el esfuerzo del equipo, también exisitieron reproches aislados hacia el DT. "¡Cómo robaste, Caruso, cómo robaste!", se quejó un hincha, situado en la zona de pupitres. Los menos razonables optaron por utilizar proyectiles para atacar a los futbolistas de Dálmine cuando ingresaban a la zona de vestuarios. Hubo corridas entre propios fanáticos y enfrentamientos con la Policía tanto en sector cercano a la cabina de TV como en la calle. De todas formas, para tranquilidad de aquellos que únicamente fueron a disfrutar del deporte más popular, los incidentes duraron poco. En cambio, en la tribuna tubular situada cerca del banderín de un córner hubo rienda suelta para la alegría en compañía con los jugadores -antes de que se marcharan a camarines- y el cuerpo técnico. Al principio, la felicidad se tradujo en saludos efusivos, aunque cuando llegó la calma se desató el "dale, campeón (2)" para celebrar el ascenso a la B Nacional.
Unas 14.000 almas coparon casi todos los sectores del estadio 20 de Octubre, excepto el más inmediato a la tribuna tubular donde se ubicaron los 50 allegados de Villa Dálmine. Hubo gente hasta en los alambrados y barandas. El colorido estuvo compuesto por decenas y decenas de banderas de palo, así como 60 comunes. Al compás de bombos y redoblantes, el aliento se hizo sentir a falta de 40 minutos para que empezara el partido, a través de “el que no salta es Temperley” y un augurio que no se cumplió: “Suárez se va de la B (2) / Se va porque tiene huevos y le sobra hinchada para no volver”. La bienvenida al Lechero fue espectacular, mediante un sinfín de papelitos y varias bengalas de humo, además de pirotecnia detonada fuera de la cancha. El primer hit del encuentro fue “vamos, vamos los lecheros, que esta tarde tenemos que ganar”. A los 16' fue desplegado por única vez el telón mientras la canción de turno era “no tengo un mango y voy igual, de visitante y de local”. La apertura del marcador caudó un golpe, pero no detuvo el respaldo: "Oh, vamos, Suárez, vamos / Ponga huevo, que ganamos". En el entretiempo, la voz del estadio solicitó el aplauso para varios ex-Tristán Suárez presentes, entre ellos el goleador Raúl Wensel y César "Patán" Aquino. Una vez reanudado el partido, el segundo tanto provocó un silencio, salvo para la barra: "A estos pu... les tenemos que ganar". El apoyo apareció unos minutos después, en medio de un nerviosismo que creció, agresión incluida con botellas arrojadas desde diferentes ubicaciones. Si bien hubo aplausos para reconocer el esfuerzo del equipo, también exisitieron reproches aislados hacia el DT. "¡Cómo robaste, Caruso, cómo robaste!", se quejó un hincha, situado en la zona de pupitres. Los menos razonables optaron por utilizar proyectiles para atacar a los futbolistas de Dálmine cuando ingresaban a la zona de vestuarios. Hubo corridas entre propios fanáticos y enfrentamientos con la Policía tanto en sector cercano a la cabina de TV como en la calle. De todas formas, para tranquilidad de aquellos que únicamente fueron a disfrutar del deporte más popular, los incidentes duraron poco. En cambio, en la tribuna tubular situada cerca del banderín de un córner hubo rienda suelta para la alegría en compañía con los jugadores -antes de que se marcharan a camarines- y el cuerpo técnico. Al principio, la felicidad se tradujo en saludos efusivos, aunque cuando llegó la calma se desató el "dale, campeón (2)" para celebrar el ascenso a la B Nacional.
TRISTÁN SUÁREZ 0: Darío Capogrosso (6); Pablo Molina (5), Ezequiel Vicente (3), Darío Cajaravilla (5), Facundo Talín (6)(A); Gastón Bottino (5)(A), Marcos Brítez Ojeda (5)(55' Mathías Saavedra 5 A) Daniel Imperiale (4), Elvio Fredrich (4)(63' Alejandro Quintana); Facundo Diz (6) y Matías Orieta (4)(45´ Fernando Luna 4). DT: Ricardo Caruso Lombardi. Suplentes: Mauro Beltramella, Facundo Rodríguez, Alejandro Igartúa y Cristian Trombetta
VILLA DÁLMINE 2: Carlos Kletnicki (7); Juan Ignacio Celaya (6), Matías Valdez (8), Rubén Zamponi (7), Jorge Demaio (6); Horacio Falcón (6); Renso Pérez, (6), Mauro Frattini (6)(55' Diego Grecco 6), Diego Núñez (6)(81' Juan Ferreira A); Javier Rossi (8) y Ezequiel Cérica (6)(A)(64' Esteban Pereyra). DT: Sergio Rondina. Suplentes: Pedro Fernández, Carlos Fernández, Gabriel Sanabria y Nicolás Steffanelli
Jugado el 8 de diciembre
Goles: 27' Javier Rossi y 53' Ezequiel Cérica
Cancha: Tristán Suárez (buena)
Público: 14.050
Árbitro: Carlos Stoklas (6): supo llevar adelante un partido reñido, aunque sin mala intención
Asistentes: Juan Pereira y Diego Barón
Árbitro suplente: Ignacio Lupani
Resultado Moral: Tristán Suárez 1- Villa Dálmine 2